martes, 13 de enero de 2015

La guerra sucia de la casta


El PP o el caos
* articulo publicado en Diario Público > Puntadas sin hilo

Están inquietos, parece que incluso irritados. Por eso han puesto en marcha toda la maquinaria. La que se ve, lee y escucha pero, probablemente también, la que se mueve en la zona oscura, la que busca en las cloacas. Habrán dado órdenes de revolver donde sea para dar con cualquier debilidad. Con poca cosa se construye una buena calumnia. ¡Es tan vulnerable la reputación, tan sencillo acabar con ella!
Sí, señores y señoras: ha empezado la caza de Pablo Iglesias, el coletas, el telepredicador, ególatra, amigo de ayatolás, populista y chavista. No un rogelio dócil -como llaman los pijos de Madrid a los socialistas- sino un demonio de izquierdas.
Seamos comprensivos con el instinto cinegético que se ha despertado en la clase política convencional: acaban de robarle la carteradelante de sus narices. Un millón doscientos mil españoles que ellos creían abstencionistas (esa bendición para el statu quo), se levantaron del sofá con ganas de dar un grito en la urna. Y el establishment no se lo explica aún. Nadie ha contado con mayor sinceridad que Marta Ferrusola la extrañeza que el poder siente cuando es desafiado. Le ocurrió cuando Maragall, Carod y Saura se unieron para desalojar a CiU del Govern, un «robo» dijo ella entonces, «como cuando alguien entra en tu casa». Así están muchos esta semana. Pablo Iglesias y el grupo de profesores universitarios del núcleo duro de Podemos, bregados en los movimientos sociales, hijos de su tiempo, usuarios naturales de las redes sociales, se han convertido en una amenaza para los arriolas de los partidos convencionales. Resultó especialmente patético, por eso, escuchar al asesor mejor pagado de España calificar de frikis a los triunfadores de las elecciones.
Esa maldita televisión
También es humana la irritación de Arriola: en cuatro meses y con un presupuesto de campaña inferior a lo que él cobra en medio año por aconsejar comparecencias en plasma, van a sentar cinco eurodiputados en Bruselas. La casta -término en alza- está que muerde y sus arietes mediáticos trasmiten que todo es por la maldita televisión que crea monstruos. Y lo dicen unos ejemplares que viven en la tele, en una tertulia sin fin. Tanta coherencia, agota.
Es pronto para saber si Podemos es el caballo de Troya en el corazón del sistema o un visitante que pronto se desarmará. Hoy y ahora, sin embargo, es un tábano que muerde en todas las cuadras y que actuará como un revulsivo. Y esto, como dice el hashtag de Podemos, #EsSoloElPrincipio. ¿Alguien duda que el próximo intento sea un Syriza español? Habría que jubilar a algunos dinosaurios de IU, sumar con ecologistas y movimientos sociales como la PAH... y buscar un buen cabeza de lista. Pongamos una Ada Colau.
Mientras, los socialistas deshojan margaritas a punto de convertirse en Los otros. En Catalunya, ya lo son.
Julia Otero

Comentario de Furca45 el mejor valorado:
Si Cataluña se separa será su ruina, si los ciudadanos votan a Podemos nadie cobrará, el discurso del miedo la escopeta nacional, luego se unirá a los augurios la amenza extranjera. La opción por el "otro" se llama caos y la de ellos estabilidad y cordura.Yo voto inestabilidad y riesgo; votar estabilidad es seguir igual de jodidos. Voto al revés, a ver si se cumple la Constitución (sin el art. 135) y la Declaración Universal de los derechos humanos; voto al tigre porque tal vez no sea un lobo para el hombre y las jubilaciones de los yayos y los salarios mínimos dejan de "ser sin pecado un adorno"; voto la locura que los enfermos de hepatitis C sean curados; voto por el disparate que no haya 200 desahucios diarios mientras cientos de miles de pisos vacíos no son habitados por quienes no tienen donde habitar; voto la vida y no voto los suicidios, aunque sobren bocas; voto por estar más inseguro y que no haya tantos fondos para Defensa porque pienso que si esos fondos fueran a Justicia los corruptos estarían presos y mi inseguridad significaría más seguridad social; voto por los prescindibles, los excluídos, los que no pueden encender la calefacción, los que pasan hambre, los que no tienen para pagar sus medicamentos, voto por los parados y los dependientes pese a que la prensa respetable me advierta que son unos aprovechados; voto por los perdedores aunque mi voto sea un voto perdedor (de nada me han servido los votos ganadores); voto en contra de lo que la televisión me dice que tengo que votar, porque he destituído a la televisión como el miembro más importante de mi casa; voto por la educación y la cultura porque quiero aprender para poder desaprender y de esa forma liberarme; voto a los que nos llevarán a la ruina y al desastre, porque no es posible llevarme: ya vivo en la ruina y el desastre Un voto de locos el mío, el único voto posible contra la lógica despiadada, la cordura de ellos.

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